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jueves, 1 de junio de 2017

La casa de papel 1x05: El día de la marmota

33 horas de atraco y volvemos a recapitular. La policía hace que los infiltrados se retiren a tiempo de una trampa que podría ser mortal y El profesor respira aliviado... Por el momento, porque este episodio se centra en él.

La policía, tras hacer retirar a los infiltrados, tienen que pensar en su estrategia y cuál es el siguiente paso que deben dar. Pronto queda claro que las caretas no son buena idea porque podrían tener diferentes caretas para que nunca se les adelanten. Es evidente que tienen muy planeado el atraco y Raquel, la inspectora, lo sabe. Por eso manda que revisen las cámaras de seguridad para ver si encuentran algo que los delate. No tardan mucho en descubrir unas llaves que Tokyo deja en una de sus entradas a la fábrica, y tardan menos en adivinar el modelo de coche.


Mientras fuera investigan las cámaras y dan con el coche, dentro, Berlín, coaccionado por Tokyo, se ve obligado a llamar a El profesor para admitir que ha mandado matar a una rehén. El profesor se cabrea, más aún cuando Berlín le acusa de ser demasiado débil. Le da un último consejo al profesor: debe castigarle por lo que ha hecho. Después vuelve con algunas rehenes, se droga, y se dedica prácticamente todo el capítulo a atemorizarlas, confesándolas incluso su crimen.

Volviendo al coche, parece que El profesor lo tenía todo pensado al detalle entonces, ¿qué hay que temer? Parece que nada pero, cuando El profesor llama a Helsinki, preguntándole si usó los mil euros que le dio para hacer chatarra el coche, nos damos cuenta de que algo va mal. Helsinki usó el dinero para mandárselo a su familia dejando, de ese modo, el coche como una prueba que El profesor es el único que puede eliminar ahora.


El profesor se cuela en el desguace, que está cerrado, pero en seguida, después de verse encerrado en un coche, sujetado por una grúa y perseguido por un perro, tiene que huir y esperar a que la policía decida no buscar el coche donde se encuentra. Sobra decir, que no va a ocurrir.

Sin embargo, la policía estaba ocupada con otras cosas por el momento y, antes de que El profesor se vaya a por el coche, deciden pedirle algo: que libere a ocho rehenes menores de edad. Para cuando el profesor vuelve, acepta y les da los nombres de todos los rehenes que podrán salir. Entre ellos no está Allison Parker y a la policía es la que más les interesa sacar de ahí, por las relaciones internacionales. Cuando se lo dicen a El profesor, les ofrece una opción: o sale sólo Allison Parker o solo los ocho adolescentes. Y, la policía, elije a Allison.


Mientras, dentro podemos atender a otra línea argumental: la de los padres de Tokyo y Río. La madre de la primera muere mientras están preparando el atraco, lo que hace que la chica se derrumbe momentáneamente, porque se cree culpable de su muerte. Los padres del segundo, salen en una tele que enchufan dentro para ver qué dicen de ellos y Río descubre que su padre ya no quiere saber nada de él. Según se van descubriendo las caras de los atracadores, parece que las cosas se complican y nada es tan fácil como El profesor prometía.

Después de estos recuerdos, la otra cosa que pasa dentro y que es importante, es que Tokyo graba la conversación de los rehenes con la policía para dársela a los medios y, de ese modo, montar un escándalo sobre lo que les importa a la policía la vida de los rehenes.


Volviendo fuera, la recta final del capítulo es de lo más trepidante. Raquel se da cuenta de que el coche está en un desguace y van hacia allí. El profesor se les adelanta, limpia las huellas del coche y se esconde en un camión cuando llega la policía. Cuando parece que no va a haber vía de escape para él, nos sorprende bebiendo alcohol, rasgándose la ropa y ensuciándose para hacerse pasar por vagabundo. Y, por increíble que parezca, la policía le deja escapar. Cuando Raquel, después de encontrar  un botón de Berlín que el profesor ha puesto adrede en el coche, se da cuenta de que el vagabundo era quien estaban buscando, ya es demasiado tarde: ha huído.

Así se despide La casa de papel hasta la semana que viene, con un episodio trepidante que nos tiene con el corazón en un puño. La serie se supera a cada capítulo y parece que el siguiente promete. ¿Creéis que seguirá mejorando?

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